Más que una raza, los mastines son un grupo de razas, todas ellas de gran corpulencia, por encima siempre de los 60 kilos, que generalmente se usaba para la guía de ganados bovinos.
También han sido siempre buenos protectores del hogar, y no es para menos dada la talla y musculatura de todas sus variedades.
El Mastín Napolitano, aunque grande, es uno de los más pequeños de esta familia de perros: entre 50 y 70 kilos dependiendo de si se trata de una hembra o un macho, y como mucho mide alrededor de los 70 centímetros.
A la península ibérica pertenece el Mastín Español, concebido y utilizado para guiar a los rebaños de ovejas en los traslados hacia nuevas zonas de pastoreo y protegerlos de depredadores. Los machos pueden superar los 100 kilos de peso, mientras que las hembras como máximo superan los 70.
Un compatriota y compañero de trabajo de esta raza es el Mastín del Pirineo, propio de Aragón. Son muy parecidos, pero este último ha desarrollado más pelaje por las circunstancias climatológicas.
En el Reino Unido también tienen el suyo, el Mastín Inglés, que es uno de los más grandes de los mastines: la cruz suele levantarse a más de 70 centímetros del suelo y también pueden superar los 100 kilos (80 como mínimo en las hembras).
Desde más lejos, desde el Himalaya, viene el Mastín Tibetano, o Dogo del Tibet. Dada las condiciones de su hábitat original, precisa de gran corpulencia y una consistente capa de grasa, de ahí los más de 80 kilos que puede llegar a pesar.
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